En muchas ciudades, la experiencia de caminar se convierte en un desafío más que en un placer. Mi perspectiva cambió drásticamente cuando tuve que andar en silla de ruedas durante un mes. Este cambio de ritmo reveló con claridad las deficiencias de las infraestructuras urbanas y cómo están diseñadas para los peatones... o mejor dicho, para no estarlo.
Tomemos Bogotá como ejemplo. En la capital colombiana, los problemas comienzan con los andenes deteriorados: huecos y baldosas sueltas se convierten en obstáculos peligrosos. Los bolardos, en lugar de proteger a los peatones, a menudo se interponen en el camino, y el alcantarillado deficiente agrava la situación, creando tramos impredecibles y molestos para caminar.
Ahora, comparemos esto con Ciudad de México, donde la situación es igualmente preocupante. La falta de planificación adecuada y el descuido en el mantenimiento de las calles y aceras también hacen que la movilidad peatonal sea un desafío. Sin embargo, la tendencia es hacia un cambio: se está promoviendo la creación de espacios más amigables para los caminantes y los ciclistas.
Un ejemplo inspirador viene de París. Bajo la visión de la alcaldesa Anne Hidalgo, la ciudad se está transformando en una "ciudad de un cuarto de hora". Esta ambiciosa propuesta tiene como objetivo garantizar que todos los ciudadanos puedan acceder a servicios esenciales—restaurantes, farmacias, escuelas—en un radio de 15 minutos a pie o en transporte público. La premisa es simple pero poderosa: si los barrios están diseñados para ser accesibles y funcionales, la vida urbana mejora significativamente.
El camino hacia una ciudad caminable no se trata solo de arreglar baches o añadir rampas. Implica repensar el diseño urbano para poner a las personas y sus necesidades en el centro de la planificación. Si queremos ciudades en las que caminar sea un placer y no una tarea ardua, debemos mirar más allá de las soluciones superficiales y adoptar una visión integral de la movilidad urbana.
Este enfoque requiere compromiso y visión de largo plazo, pero el resultado puede ser una ciudad en la que cada paso cuente, no solo para quienes tienen la fortuna de caminar sin limitaciones, sino para todos.
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