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Mi experiencia Wim Hoff

Me siento como un halls. Hoy tuve una experiencia muy única, y una que quería tener hace rato, pero que tenía miedo de hacer. Hice un taller en el que aprendí a hacer el método de respiración Wim Hoff. 


Me concentré en el momento, llegué sin expectativas. Interactué con gente que está en una sintonía parecida, y se sintió muy tranquilo el ambiente en general. Me sentí plena, en paz, ligera, y con mucha energía. En un estado meditativo de tranquilidad absoluta. Hicimos rondas de respiración diafragmática y de pecho, y me volví muy consciente de las sensaciones que estaba experimentando en el cuerpo. Era un momento en el que no quería estar en ninguna otra parte sino ahí. 


Después de la preparación, me metí en una piscina de hielo durante 2 minutos con mi papá. Los primeros segundos tuve mucho miedo. No me sentía en total control de mi cuerpo ni del ambiente. Aunque Felipe, el instructor, nos estuviera guiando a mí y a mi papá para que exhaláramos aire a penas nos metiéramos al hielo, fue casi inevitable parar el reflejo del cuerpo de respirar apresuradamente. Después de unos segundos, se logra vencer el miedo. Nos hablaron mucho de vencer miedos, del fight or flight. De las reacciones que tiene el cuerpo a situaciones y sensaciones desconocidas. 



Una señora lloró. Sintió esa fobia a respirar, como si nu hubiera respiración que valiera. Como si se fuera a ahogar de tanto ponerle atención al aire. Sintió que la estaban jalando de la cabeza, y en un espacio tan tranquilo, oír unos gemidos o gritos de alguien con miedo me dio un poquito de miedo y sobretodo de pesar. Me alegré de que ella hubiera logrado superar su miedo. Ese miedo a respirar (o miedo a ser muy conscientes de nuestra respiración, un proceso que es tan natural y que no pensamos mucho). Estar sin aire y tener el reflejo a tomarlo, el miedo a la apoxia. 


También aprendí que hay estrés bueno y malo. El estrés malo es bajo el que estamos constantemente por el simple hecho de vivir en una ciudad rodeados de gente. Felipe nos contaba que ahora la mayoría de nosotros experimentamos "apnea del e-mail": sostener el aire mientras mandamos un correo estresante. Crea inflamación y oxidación en nuestro cuerpo, y es muy deteriorante en el largo plazo. El estrés bueno es una exposición corta a una situación incómoda, que causa cambios en nuestro sistema nervioso, en nuestros órganos y en nuestras células. Pero que resulta bueno, porque produce en nosotros mucha adrenalina. Es una sensación que nos mantiene vivos y nos mantiene emocionados sobre la vida. 



Tenemos el sistema nervioso simpático y el parasimpático. Son mecanismos de homeostasis, o balance en el cuerpo. Controlan las acciones involuntarias desde el encéfalo y la médula espinal. Uno se encarga de relajar el cuerpo y volver al estado natural, y el otro se encarga de activarlo. Wim Hof se dio cuenta de la capacidad que tiene la mente para cambiar nuestro cuerpo a nivel químico. Cambiar la secreción de diferentes hormonas (cortisol y adrenalina, y muchas otras que no me acuerdo ahora), y como resultado las sensaciones que experimenta y logra tolerar el cuerpo.


Pero, ¿Para qué meterse en una tina de hielos donde se le congelan a uno las extremidades? ¿Cual es el propósito, además de la superación personal? Cada vez es más común este método. Cientos de instructores se capacitan a nivel mundial con un curso virtual de 10 semanas, una visita de fin de semana a la casa de Wim en Holanda, y una serie de retos físicos y mentales exigentes. El método ha sido reconocido científicamente cada vez más. Se han dado cuenta de los beneficios que tiene la exposición corta al frío para la piel, el sistema cardiovascular, el metaboliismo. Sirve para desinformación corporal y recuperación después de hacer ejercicio intenso, es antidepresivo, mejora las defensas, la calidad del sueño, y la energía en el cuerpo. 



El momento de relajación y respiración que tuvimos en el taller fue un espacio y un estado en contra de juicios. Somos seres emocionales que aprendimos a pensar y nos volvimos racionales. Me encantó pensar en la idea de compartir conocimiento y aprender a recibirlo. En lo importante que es tener la mente abierta para recibir información que no nos parece normal, pero que nos puede aportar en gran medida. Meditar, por ejemplo, es un tipo de cuidado personal que debería ser esencial y no accesorio. Así fue este taller: una cosa loca, rara a los ojos de los demás, y que claro que se puede compartir y explicar... pero se entiende mejor viviéndola, experimentándola directamente. 

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